La permisividad electoral de las agresiones sexuales

Cuando leí que el impresentable de D. Straus-Kahn había reconocido públicamente, tras su detención por agresión sexual e intento de violación a una camarera, que tiene un problema de incontinencia sexual con las mujeres, pensé inmediatamente que esta declaración bebería ser suficiente para terminar con su carrera política. La mera sospecha (en este caso reconocida por el susodicho) de un comportamiento discriminatorio, de vejación y dominación sexual sobre las mujeres debería servir para desprestigiarle e incapacitarle como representante público.

¿Ingenuidad? Puede ser, aunque creo que es más coherencia y ética. ¿Qué imagen trasladan a la sociedad quienes actúan como representantes de los intereses generales y públicos? de eso se trata …

Pues bien, parece que esta será otra oportundiad perdida de sanear los comportamientos privados-públicos del exceso de testosterona político, porque tras repasar cómo ha evolucionado este ‘affaire’ durante el fin de semana, huele a que ya se ha iniciado la operación lavado de imagen del abusador y exdirigente del FMI, DSK; aunque para ello haya que machacar directamente a la víctima guineana, deslegitimando su denuncia por las posibles torpezas que haya podido cometer. El 49% de los franceses apoyan la vuelta de DSK a la política (no se sabe si ellas también) y la esperanzas de transparencia, ética política y avance en igualdad se cuelan unha vez más por la alcantarilla: entre las filas socialistas el apoyo aún es mayor.

¿Servirá esta burda manipulación patriarcal para hacer emerger la crítica feminista desde las filas socialilstas? ¿Qué valores son los que se quieren trasladar a la sociedad?