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Otro modelo de sociedad es posible … invertiendo en igualdad para la sostenibilidad y democratización de la vida. Es tiempo de pasar a la acción sumando energías.

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Alternativas feministas en una sociedad en crisis

jornada27M_MujeresyEmpleo_EconomiaSocialMañana participo en la jornada ‘Mujeres y empleo en la economía social y solidaria. Alternativas feministas en una sociedad en crisis‘ que organiza el Instituto Canario de Igualdad; una iniciativa de gran interés para dar a conocer la Economía Social como motor en la creación de empleo en el que participan las mujeres, visibilizando sus aportaciones productivas, sobre todo desde las empresas de inserción y mostrando el compromiso de las administraciones públicas en estas estrategias de actuación.

Mi cometido será el de aportar alternativas realizadas desde la economía feminista, contextualizando algunos de los ejes con mayor potencial transformador para el cambio de modelo de sociedad. Aquí van algunas de las ideas que desarrollaré en mi intervención:

Desde la economía feminista se aportan alternartivas para regenerar la democracia y propiciar la transformación social reivindicando un proyecto emancipatorio para las mujeres y una propuesta política para la sociedad en su conjunto. La incorporación de la igualdad como principio ético-político y el logro colectivo de una vida plena están en la fundamentación de estas propuestas.

Gran parte de las propuestas para otro modelo de desarrollo coinciden en la base de su planteamiento: la necesidad de recuperar la ética y desde ahí construir alternativas al sistema actual. Podría parecer que todas las dimensiones de la perspectiva humanista están integradas en la misma base y que la ilusión por el cambio de modelo contempla de manera implícita la equivalencia humana como principio ético; sin embargo, es importante cuestionar explícitamente los mecanismos de exclusión estructural, haciéndolos visibles, para poder desmontarlos; este es uno de los valores añadidos cuando se aplica una perspectiva feminista, el poner en evidencia la persistencia de la dominación patriarcal.

Probablemente seremos muchas personas quienes, al igual que Judith Butler, consideremos necesario conseguir la desidentificación colectiva con el capitalismo para hacer creíble el cambio de modelo; ahora bien, ¿sería esto, en sí mismo, suficiente para garantizar el fin de la opresión de género? Sostengo que no; es más, considero que cualquier proyecto de emancipación política, que pretenda ofrecer alternativas para la democracia económica y social, fuera de la colonización depredadora capitalista, debería plantearse como reto el de despatriarcalizar la sociedad.

La experiencia debería servir como forma de aprendizaje también para la reformulación de modelos económicos. Una de las lecciones aprendidas a nivel internacional es que crecimiento económico no es sinónimo de cohesión social; y que cuando el modelo de desarrollo se centra exclusivamente en el crecimiento económico y el indicador por excelencia es el PIB, se produce una ceguera de género difícilmente sostenible. Así pues, a la hora de ordenar algunas de las aportaciones más significativas, es importante identificar un primer nivel de cambios necesarios entre los que se encuentra el cometido mismo del modelo de desarrollo. La orientación hacia el crecimiento económico – monetarizado – ‘per se’, debería sustituirse por un objetivo tripe: a) la consideración de los ‘cuidados’ como una necesidad social; b) el establecimiento del equilibrio en las relaciones desde la equivalencia humana; y c) reducción de la huella ecológica. Estos cambios también afectarían a la lógica de producción, que ya no respondería al objetivo de maximizar los beneficios económicos (monetarios) sino más bien al de maximizar la sostenibilidad, la diversidad y la democracia económica en equidad.

No hay cambio real sin despatriarcalizar la sociedad
Si la justicia social es el resultado deseado para una nueva organización socio politica y económica, cabe preguntarse si puede existir justicia social sin justicia de género. La respuesta es evidente, de ahí la necesidad de hacer de la despatriarcalización de la sociedad el eje transformacional.

 

Las políticas públicas pueden ser un instrumento potenciador de la transformación necesaria de la realidad  y de la superación de las desigualdades estructurales; la situación de emergencia social y de género actual requiere de reformas urgentes de políticas públicas que atiendan las necesidades más urgentes pero posibilitando la orientación hacia el cambio de modelo de sociedad; a estas alturas deberíamos tener claro ya que cuando las politicas públicas no están orientadas a la justicia de género lo que provocan es el sostenimiento del mismo status quo patriarcal, aunque sea con otro collar.

Desde la perspectiva feminista es necesario que las reformas a realizar permitan salir de la división sexual del trabajo existente. Invertir en igualdad es la clave, a través de tres tipos de políticas con las que implementar el cambio: políticas de redistribución, de reconocimiento y de representación. A ellas me refiero en este otro artículo ‘Políticas para la transformación social y la justicia de género‘.

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