25 de Noviembre: denuncia y repulsa de la violencia de género
Un año más, con motivo del 25 de Noviembre, las agendas se llenan de actividades de denuncia y repulsa de la violencia de género, esa violencia que se ejerce continuamente hacia las mujeres por el hecho de ser mujeres.
Este año la conmemoración del 25N viene precedida de la histórica Marcha Estatal contra las Violencias Machistas que tuvo lugar el pasado 7 de noviembre en Madrid, y la existencia de sensaciones confrontadas. Por una parte, cada vez somos más quienes denunciamos el terrorismo machista y, sin embargo, éste no cesa y las mujeres siguen siendo asesinadas por machistas.
Algo no acaba de funcionar…
Y es que, aunque la acción educativa y la sensibilización es fundamental, por sí sola, no basta para frenar esta sangría. Hacen falta recursos y ya, no en el futuro, porque nos va la vida en ello.
No podemos consentir que las instituciones públicas pretendan acabar con esta grave violación de los derechos humanos de las mujeres solo con discursos políticos, minutos de silencio y postureos. Basta ya de hipocresía! Con motivo del 7N muchas instituciones se adhirieron al manifiesto y reivindicaciones del movimiento feminista, ahora, a punto de empezar la campaña electoral para las elecciones generales y en pleno debate y ajuste presupuestario, cabe esperar que ese compromiso político se plasme en las dotaciones económicas del 2016. Eso o que nos expliquen cómo pretenden acabar con la incidencia de la violencia de género sin presupuesto para reforzar los servicios de detección (observatorios de la (des)igualdad y feminicidio) , prevención (sensibilización y educación), atención directa (red de casas de acogida a mujeres y menores en situación de maltrato, asesoramiento y acompañamiento psicológico y jurídico) y apoyo a la recuperación integral tras la afectación de violencia.
Los borradores de presupuestos públicos desvelan que, desgraciadamente la lucha contra las violencias machistas y específicamente contra la violencia de género dista de ser un’asunto de Estado’.
El caso más evidente es el que se deriva de cómo ha evolucionado la materialización monetaria para la prevención de la violencia de género en los Presupuestos Generales del Estado: de 31.577.440 euros en 2010 a 25.228.180 euros previstos para 2016.
Resulta indignante que se pretenda argumentar que es una prioridad en las políticas públicas, cuando sigue representando un escasísimo porcentaje del gasto público. Aún no he encontrado una administración pública que destine al menos un 1% de su presupuesto.
¿Serán las ciudades por el bien común las que rompan esta tendencia apostando decididamente por la prevención y eliminación de las violencias machistas como indicador significativo del cambio?